La creación del entorno adecuado se convirtió en un reto. Frente a mí me encontraba al subdirector que quería, gastando una fortuna, construir una biblioteca, en el centro, rodeada de las clásicas estanterías de madera con puertas de crital y llave que custodiaran el acceso a los libros.
Un profesor estaría vigilándola, durante los tiempos de recreo (¡20 minutos por la mañana y 30 por la tarde!). Aquí, entre nosotros/as, aquel espacio sería la sala de estudio, alumnos que necesitaban repasar para el examen, o de castigo, alumnos con libro de texto en ristre a los que se les había prohibido "expandirse" en el patio. Al final casi nadie accedería a los libros de los estantes. Una biblioteca muerta.
Pero la suerte estuvo, durante dos años, de mi lado: no había fondos suficientes para tan magna obra, de manera que me dieron luz verde para, utilizando un aula vacía, construir una biblioteca un tanto especial.
Pasos:
1.- Rodearse de un pequeño y selecto grupo de colaboradores (las obras unipersonales se quedan en eso: solo uno).
2.- Rapiñar ocho estanterías metálicas, fuertes y resistentes. Los niños son elefantes en una tienda de cristal.
3.- Mucho papel de envolver. Ese marrón. Si lo arrugáis y lo pegáis a la pared con cinta americana, puede simular troncos de árboles no solo montañas en los belenes de Navidad.
4.- Una buena impresora. Bien, bien, en el fondo lo que importa es que haya tinta, mucha tinta, ya que el Corel te permitía la impresión de un dibujo a cualquier tamaño, hablo de metros, con su opción de imprimir en mosaico. El problema era unir los folios DIN A4 con cinta adhesiva para darle forma a un poster de 2 metros por 2 metros. Vamos toda una aventura.
5.- En aquella época el ¡Corel Draw! instalado, hoy, evidentemente, el Photoshop.
6.- Un paquete de folios de, por lo menos, 100 gramos, para imprimir diplomas y carnés.
7.- Muchos cojines.
8.- Un teatro de guiñol (opcional ya que en nuestro caso fue un préstamo del departamento de Inglés que siempre tuvo más fondos).
Una vez preparado todo el material, dejamos descansar el cuerpo y dimos alas a la mente con la lectura del libro de DANIEL PENNAC, COMO UNA NOVELA, ED. ANAGRAMA.
Aquello fue irrepetible, porque aprendimos que la lectura debe ser sinónimo de LIBERTAD, QUE PARA LEER LOS CLÁSICOS HAY QUE LEER ANTES COSAS SENCILLAS (uff esto enfadó mucho a aquel profesor de mi Departamento que después de El Principito obligó a sus alumnos de 6º de Primaria a leer capítulos de El Quijote. Tengo que reconocer que yo lo hacía, pero con los de 1º de Bachillerato y explicando antes el contexto de cada capítulo leído).
Para Pennac la lectura debía ser una experiencia GOZOSA y para ello existen LOS DERECHOS DEL LECTOR:
1. Derecho a no leer. (¿Qué te pasa cuando te obligan a comer si no tienes hambre?)
2. El derecho a saltarse las páginas. (¿Miras la cara de todas las personas con las que te cruzas por la calle?)
3. El derecho a no terminar el libro. (A veces, no es el momento, a veces no es el lugar, a veces no es el libro.)
4. El derecho a releer. (¡Qué bueno te ha salido, mamá! ¿puedo repetir?)
5. El derecho a leer cualquier cosa. (Es que para gusto hay colores,mami, a ti te gustas unas cosas y a mí otras distintas.)
6. El derecho al bovarismo (Ya empezamos con los tecnicismos. Y esto qué significa. Pues sencillo, lo que le pasaba a Madame Bovary que leía compulsivamente. Me hace sonreír esa madre que me dijo: «Estoy preocupada, mi hija no ve la televisión, solo lee cosas de esas del "jarri ese" que hace magia. ¿Crees que debo preocuparme?)
7. El derecho a leer en cualquier lugar. (Mientras haya luz.)
8. El derecho a hojear. (Para ver de qué trata y si interesa. Hay más libros que horas en la vida de una persona.)
9. El derecho a leer en voz alta. (¿No toca el vecino la batería y no nos quejamos?)
10. El derecho a callarnos. (Porque a veces, lo que hemos leído lo tenemos que digerir.)
Y claro, como no era de otra manera, después de leer a Daniel Pennac tuvimos que callarnos para asimilarlo mejor...
De modo que dejaremos una semana de reflexión y después seguiremos con la experiencia didáctica...
Adrippi 2013