Teníamos el espacio y el entorno, teníamos los libros y los lectores, hasta disponíamos de un gran cartel con los derechos del lector, que alguien con gran paciencia había diseñado y colgado de una de las paredes.
Ahora nos faltaban las estrategias de marketing; sí, habéis oído bien, de marketing, porque debíamos "vender" aquella biblioteca para que los alumnos, posibles lectores, se acercaran a disfrutar de algo que para ellos, hasta ese momento, era una obligación.
¿Qué hacer?
Corrió por el centro el rumor de que un profe de lengua daba un carné divertido y, ya conocemos a los chicos, cuando se regala algo todos acuden a ver qué es, principalmente por si puede comerse.
La acción no tenía nada de particular, pero aquello llamó la atención y comenzó a funcionar un sistema de préstamo asociado con la técnica de "economía de fichas".
Expliquemos un poco todo esto.
Cada libro que un lector se llevaba y devolvía, con un pequeño resumen, tenía como consecuencia un pequeño sello en uno de los cuadritos que se encontraban, dibujados, en la base del carné. En total siete.
Cuando un alumno superaba el número de libros leídos, se le entregaba el siguiente, que era de color diferente y categoría superior:
1.- Lector principiante.
2.- Lector algo menos que principiante.
3.- Lector que empieza a ser serio.
4.- Lector, a secas.
5.- Lector que empieza a ser importante.
6.- Lector con algo de experiencia.
7.- Lector experto.
8.- Lector que roza el sobresaliente.
9.- Lectorazo.
10.- Maestro lector.
Las categorías, es cierto, tenían una denominación un poco particulares, pero esa era la idea: Salirnos de lo normal y crear una nomenclatura propia. Lo cierto es que para llegar al final, un chico debía de pasar por 70 libros. Era impensable, pero era una bandera sobre una cima. Nos dábamos por contentos si llegaban a 20 al año. Os aseguro que algunos lectores llegaron a superar los 35.
Alguien reirá con incredulidad. Ojo eran libros adaptados a sus niveles al estilo de Barco de Vapor, de Tucán, de Ala Delta... No se trataba de El Quijote.
Lo cierto es que aquello empezaba a funcionar...
Adrippi 2013
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